Incertidumbre migratoria en EE. UU.: así viven los beneficiarios de TPS en Chicago

Incertidumbre migratoria en EE. UU

La vida de miles de migrantes con Estatus de Protección Temporal (TPS) se ve marcada por la incertidumbre ante el panorama de posibles cambios en las políticas migratorias. Aunque la administración del presidente Joe Biden extendió recientemente esta protección para ciertos países, persisten los temores frente a eventuales restricciones que podrían revertir los logros conseguidos y exponer a estas personas al riesgo de deportación.

TPS bajo revisión: historias de quienes enfrentan el miedo a la deportación

El TPS fue diseñado para amparar a individuos provenientes de países en conflicto armado o afectados por desastres naturales, donde regresar significaría poner en riesgo sus vidas. Desde su establecimiento durante el gobierno de George H.W. Bush, el programa ha beneficiado a cerca de un millón de personas, según el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS).

En la actualidad, el presidente Donald Trump dejó sentadas las bases para una revisión exhaustiva del TPS, lo que generó preocupación en diversas comunidades inmigrantes. La administración Biden, por su parte, otorgó una extensión de 18 meses para beneficiarios de lugares como Venezuela, El Salvador, Ucrania y Sudán. Sin embargo, esta medida no asegura un camino directo a la residencia permanente, un aspecto que muchos migrantes señalan como una limitación significativa.

Incertidumbre migratoria: temores de la comunidad con TPS

Entre quienes más resienten esta situación se encuentran personas que han formado lazos profundos en ciudades como Chicago.

“Vivimos con el miedo de que, en cualquier momento, las promesas hechas puedan revertirse”, comenta Carlos Carpio, de 50 años, quien labora en una fábrica y asiste a la iglesia local cada fin de semana. Sostiene que, aunque su vida en Estados Unidos es estable, la sombra de un posible cambio de estatus genera un estrés constante.

Otros migrantes optan por salir menos de sus hogares y modificar sus rutinas cotidianas.

De acuerdo con Daisy, una venezolana de 36 años, “ya no me siento tan tranquila al tomar el transporte público o al realizar diligencias bancarias”. Este ambiente de zozobra incide en la forma en que las familias con TPS planean su futuro, a menudo postergando planes de estudio o adquisiciones importantes por temor a una repentina revocación de sus permisos.

Migrantes en Chicago: testimonios y reacciones ante nuevas políticas

La comunidad inmigrante en Chicago ofrece una perspectiva clara de cómo el TPS se ha convertido en un pilar para sostener la vida de miles de personas. Muchos expresan un profundo apego a la ciudad y han creado redes de apoyo para asesorarse mutuamente.

Un ejemplo es el de Jhovanny Jiménez, de 43 años, quien llegó desde Venezuela y hoy combina su tiempo entre su trabajo y la preparación de documentación legal para otros migrantes. “No podemos caer en pánico; hay que enfocarnos en cumplir los requisitos y mantener la esperanza”, afirma. Su apartamento se ha transformado en un pequeño centro de asesoría, donde ayuda con formularios de asilo y solicitudes de permiso de trabajo.

Los testimonios coinciden en que la inestabilidad legal afecta no solo el estado emocional de cada persona, sino la dinámica familiar y comunitaria. Varios migrantes evitan acudir a espacios públicos por el temor a ser interrogados sobre su estatus, lo que termina por aislarlos socialmente y reducir su participación en actividades cotidianas.

Este cambio en la conducta de los beneficiarios de TPS repercute en la economía local. Muchos trabajan en sectores esenciales, desde fábricas hasta restaurantes y servicios de limpieza, contribuyendo al tejido social y económico de Chicago. Sin embargo, la falta de certeza legal limita su capacidad de emprender, invertir o incluso inscribirse en planes de salud o educación a largo plazo.

Retos legales y esperanza: el futuro de los beneficiarios de TPS

Frente a este escenario, diversas organizaciones en defensa de los derechos de los migrantes insisten en la urgencia de encontrar soluciones permanentes. Colectivos como la American Immigration Council y Human Rights Watch destacan la necesidad de una reforma que ofrezca vías claras hacia la residencia o ciudadanía para quienes han cumplido con todas las disposiciones legales.

La prolongación de 18 meses concedida por Biden proporciona un alivio temporal. No obstante, existe el riesgo de que un cambio administrativo o judicial en el futuro revoque de manera abrupta el TPS. Para personas como Carpio o Daisy, la idea de retornar a un país donde predomina la inestabilidad política o la inseguridad generalizada resulta inaceptable. Ellos anhelan una oportunidad de integrarse de forma definitiva en la sociedad estadounidense, a la que sienten que ya pertenecen.

Hacia una reforma migratoria integral: el llamado de la comunidad

Mientras la discusión migratoria permanece abierta en Washington, las comunidades de fe y organizaciones locales refuerzan su acompañamiento con talleres informativos y asesoría legal. Liderazgos religiosos señalan la importancia de mantener la solidaridad, recordando que, más allá de las regulaciones, se trata de proteger la dignidad humana.

Muchos beneficiarios de TPS, como Oscar Peñalver, confían en que se priorice la deportación de personas con antecedentes delictivos, no de quienes cumplen sus obligaciones y contribuyen a la economía. “Queremos seguir trabajando y creciendo aquí. Solo necesitamos garantías para hacerlo sin temor”, expresa Peñalver.

Por ahora, el porvenir de quienes sostienen su vida en este amparo legal depende de decisiones legislativas y judiciales que podrían cambiar en cualquier momento. No obstante, la comunidad migrante en Chicago y en otros puntos del país mantiene la esperanza de que Estados Unidos ofrezca un camino estable a todos aquellos que anhelan dejar el miedo atrás y construir un futuro próspero.

 

Publicado el 26 de enero de 2025.